La inteligencia de las ciudades frente al COVID-19

El análisis de Carolina Tkachuk sobre las ciudades inteligentes frente a un nuevo desafío, el Covid-19. El rol de la tecnología y el reto de una gestión descentralizada.
Carolina Tkachuk
Carolina Tkachuk

La naturaleza social de las ciudades, puesta en peligro y extinguida por prácticas de confinamiento ante el reciente avance del COVID-19 a escala global, dibuja un mapa urbano completamente inerte, paradójicamente sin vida para proteger la vida de sus ciudadanos, en nombre de la preservación de la salud pública. Ciudades recluidas sobre sí mismas. Las ciudades han dejado de ser ciudades, claramente.

moscow en cuarentena
Moscow en cuarentena

¿Cómo pensamos la inteligencia de las ciudades ante este nuevo desafío? ¿Qué respuesta es capaz de brindar el paradigma de la Ciudad Inteligente frente a un nuevo esquema de necesidades y dinámicas?

En este sentido, si bien las prácticas de Resiliencia Urbana tienden a ser escasamente mencionadas en los diferentes análisis sobre Ciudades Inteligentes, no debemos dejar de considerarla como uno de los ejes que ejerce una influencia significativa en este nuevo paradigma de ciudad, dinámica y en permanente cambio. El momento histórico que nos toca vivir como mundo, tan desafiante ante el avance del coronavirus como pandemia, resulta oportuno para enfocarnos en ello, desde el momento en que la dinámica resiliente de la ciudad es entendida como esa capacidad de individuos, comunidades, instituciones, empresas y sistemas dentro de una ciudad para sobrevivir, adaptarse y crecer sin importar qué tipo de tensiones crónicas o perturbaciones agudas experimenten, según la definición que nos propone la Fundación Rockefeller.

Al mismo tiempo, los riesgos santitarios y las cuestiones inherentes a la salubridad no tendieron a ocupar una posición prioritaria en la agenda resiliente de las ciudades inteligentes, sino que el enfoque siempre apuntó a las capacidades para hacer frente a los desafíos que imponía la creciente aglomeración urbana y el cambio climático, con sus consecuentes impactos en el desarrollo urbano. Primer desafío disruptivo: los acontecimientos del COVID-19 vienen a reestructurar radicalmente la agenda resiliente de las ciudades. Las estrategias de planificación urbana que sean capaces de desarrollar las ciudades evidenciarán las capacidades y recursos para la articulación política, social y económica necesarias que permitan enfrentar situaciones críticas de distinta naturaleza.

En este sentido, podemos inferir que la inteligencia de una ciudad se refleja, en parte, por su capacidad de brindar respuestas en términos de resiliencia. No obstante, un factor que se vuelve determinante en esta capacidad de respuesta es el factor tiempo: a qué velocidad o con qué celeridad se brindan las respuestas adecuadas a las situaciones cambiantes del entorno. Esta plasticidad reactiva casi en tiempo real el ADN de la Ciudad Inteligente.

El rol de la tecnología

Ahora bien, ¿Cuáles son los aportes que puede dar la tecnología aplicada a las ciudades y a la gestión urbana frente a este nuevo desafío?.

Desde ya, la tecnología se convierte en un aliado clave en el presente escenario de emergencia sanitaria. En un marco de penetración de banda ancha cercana al 100% y una penetración mobile cercana al 45%, según datos del BID, América Latina cuenta con un poderoso activo para mitigar la expansión de la pandemia; la conectividad y el acceso a la tecnología con los que hoy cuenta la región, sumado a los procesos de coordinación público-privada entre gobiernos y empresas de tecnología pueden facilitar el desarrollo de un ecosistema que impulse la recuperación del desarrollo económico y social.

Cuidar APP - Neurona BA

En esta línea, el dato adquiere un protagonismo relevante en la gestión del control de la ciudad y sus ciudadanos frente a la amenaza global del COVID-19. Una de las estrategias iniciales implementadas ya en diversos países se enfoca en la creación de aplicaciones móviles (Apps) que permiten monitorear y geolocalizar potenciales casos de infectados, delimitar las personas del entorno, así como recabar información relevante sobre el número de nuevos casos (en Argentina se ha lanzado recientemente la App “Autotest de Covid”). Acciones complementarias basadas en la cibervigilancia, los metadatos, análisis de huella digital, el reconocimiento facial y drones, entre otros, convalidan la obtención de información para la toma de decisiones y generación de políticas públicas. Además de las fuerzas tradicionales, de las fuerzas de seguridad, los Estados apelaron a las grandes compañías tecnológicas como Google, Facebook y otros gigantes de Silicon Valley para recopilar datos que permitan una mayor y mejor comprensión de la propagación del coronavirus; muchos proyectos implicarían almacenar y analizar información geolocalizada a fin de mapear la propagación de la enfermedad y predecir necesidades médicas urgentes. Lo que se observa es que, claramente, entran en juego las dinámicas de cooperación público-privada que sean capaces de desarrollarse entre diversos agentes de la sociedad para brindar soluciones innovadoras. No obstante, es importante garantizar la implementación de medidas de emergencia dentro del marco legal que mantenga la protección de los derechos de privacidad de los individuos a fin de evitar abusos por parte de gobiernos y empresas; equilibrar las tensiones generadas entre aplicación de tecnologías y privacidad será, claramente, un enorme desafío de cara a las estrategias implementadas hoy y que permanecerán ex post al control de la pandemia.

Las distintas acciones que actualmente experimentan las ciudades dan cuenta del potencial de las tecnologías digitales, la conectividad y los datos para el desarrollo socioeconómico y para la gestión de situaciones de crisis. El set de aplicaciones móviles y soluciones digitales que se despliega hoy por todas partes del mundo abarca diversas áreas de la actividad productiva (agricultura, turismo, energía, logística) y también social (salud, educación, gobierno electrónico), lo cual contribuye no sólo a reducir la brecha digital sino también al mejoramiento de la calidad de vida de las personas.

Más adelante será el turno de feroces estrategias de implementación de robotización de diversas tareas, fundamentalmente en lo que respecta a la higiene urbana: desinfección, limpieza y mantenimiento en espacios públicos y movilidad, evitando la exposición de trabajadores. Drones capaces de rociar desinfectante, sistemas de desinfección por difusión de rayos UV, vehículos autónomos que trasladan suministros en servicios puerta a puerta, entre otros ejemplos. Los interrogantes que planteaba hasta ayer “el futuro del trabajo” tiene su reverso ahora en “el futuro de la vida”.

UVR-BOT---uvrobotics
UVR-BOT de la empresa argentina UVRobotics es utilizado para desinfectar con rayos UV salas enteras en hospitales, colectivos y otros espacios.

En ciudades como Pekín y Shanghai las empresas de transporte público comienzan a utilizar Rayos Ultravioletas (UV) para desinfectar asientos, tubos y ventanas en toda su flota de automóviles.

La tecnología y la inteligencia colectiva serán los vectores determinantes que harán posible que las ciudades vuelvan a ser ciudades y recobren su naturaleza social.

La inteligencia de la ciudad ante el reto de una gestión descentralizada

El mundo que queda post coronavirus no será el mismo y tampoco la intensidad de su globalización. Claramente, obliga a replantear esquemas de reorganización política y territorial. Y en esto las ciudades tienen una oportunidad inédita de elevar su protagonismo. Si bien los programas como Hábitat III de la ONU siempre otorgaron un espacio prioritario a las ciudades como epicentro de nuevos modelos de desarrollo, la crítica situación actual plantea un escenario sumamente desafiante a nivel decisional en los gobiernos subnacionales.

La planificación urbanística desde finales del siglo XIX, principios del siglo XX, derivada de los procesos de industrialización en la Europa occidental, nació, en parte, para dar respuesta a temas de salud pública. Retomar este punto aprovechando la actual coyuntura, desde el ámbito local, convalida el paradigma de una ciudad inteligente centrando su gestión en la toma de decisiones casi en tiempo real y, por lo tanto autónoma, que permita satisfacer las necesidades y requerimientos de su propia ciudadanía.

La emergencia sanitaria generada por el COVID-19 demuestra que la gestión metropolitana, necesariamente dinámica y flexible, no siempre debe quedar supeditada a la gestión burocrática y rígida de los Estados a fin de brindar respuestas eficientes. Lo que se observa es que los gobiernos locales adquieren no sólo un mayor margen de acción sino también una responsabilidad ineludible de una gestión inteligente de la ciudad, transversal y multinivel, que sea capaz de generar estrategias de implicación ciudadana, fundamentalmente en las dinámicas de innovación social y co-creación de políticas, propias de una Ciudad Inteligente y tan urgentes bajo el contexto sanitario actual.

La gestión inteligente de las ciudades hoy redefine el futuro a escala global.

NASA - Italia desde el espacio - Neurona BA

Por: Carolina Tkachuk
Economista urbana (UTDT) Consultora & Speaker. Docente investigadora UNQ, UNSL, UAI. Directora Operativa en RECIA. Miembro en Instituto Ciudades del Futuro(ICF)

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