Economía del conocimiento: un camino por recorrer

Por Carlos Lavigne, Abogado especialista en el Sector TIC, graduado de la UBA, Magister LLM con orientación en Finanzas y Mercado de Capitales en la Universidad Torcuato Di Tella, y Postgrado Internacional sobre el Mercado de las Telecomunicaciones; de la Universidad Austral.

Carlos Lavigne
Carlos Lavigne

Según datos de Cámaras referentes del sector, las TIC representan el 16% del PBI argentino. Se puede inferir que las inversiones en infraestructura digital son claves para afianzar y hacer crecer estos valores y seguir siendo líderes en materia tecnológica en un mundo que exige innovación permanente.

En este contexto es vital entender realmente cuáles son los desafíos a afrontar para encontrar nuevas oportunidades y negocios, para que la tecnología siga siendo esencial en nuestro desarrollo, de manera que prosperen nuevos proyectos emprendedores en nuestro país. Para  lograrlo, la inversión en tecnología es central y el objetivo del Estado debe ser claro y contundente a fin de generar condiciones para incentivar a todo el sector privado -del tamaño que sea- a tomar decisiones que aporten un mayor desarrollo digital

Mapa Argentina Digital - Carlos Lavigne

En la Argentina está todo para hacerse, hay oportunidades para las TIC en todos los sectores productivos debido al cambio tecnológico, ya que se han convertido en mucho más que prestadoras de información y comunicación, pues soportan a casi todo el resto de las actividades existentes, a las industrias 4.0 y a las nuevas como las ciudades inteligentes, la telemedicina, todas implementadas a partir del soporte de las TIC.

Las leyes

El nuevo escenario requiere mucho más que voluntarismo político del gobierno de turno, y más allá de cualquier ideología, hace falta alcanzar una continuidad de políticas públicas a modo de plan estratégico de corto, mediano y largo plazo. Vale reconocer que ese plan se inició con las leyes 25.856 de reconocimiento de la actividad de producción de software como una actividad productiva industrial a los efectos de la percepción de beneficios impositivos, crediticios y de cualquier otro tipo (año 2003), y 25.922 de Promoción de la industria del Software en 2004 (Modificada en 2011 por la ley 26.692).

Estas políticas contundentes hacia la industria del software significaron un antes y un después para las TIC, y produjeron una verdadera revolución industrial. Los datos anteriores y posteriores al Régimen de Promoción de la Industria del Software así lo reflejan: en 2004 había informalidad impositiva y laboral; apenas 20.000 empleos; bajo nivel de exportaciones (rondaba los U$D 100 M); escasa adopción de normas de calidad y pocas empresas de + 50 empleados

Por el contrario, hacia 2019, había una total formalidad impositiva, previsional y laboral en el sector; sobredemanda de profesionales  (120.000 empleos); salarios por encima del promedio registrado en Anses; exportaciones por U$D 1800 M; Pymes y empresas con Certificación de Calidad; Consolidación de Inversión en I+D; empresas regionalizadas + 500 Beneficiarios de la Ley de Software (Desarrollo de Clusters y Polos TIC en todo el país) y 5 Unicornios: Globant, MercadoLibre, Despegar, OLX y Auth0, empresas emergentes, de base tecnológica, que en muy poco tiempo llegan a tener una cotización mayor a los mil millones de dólares.

Las empresas y PyMEs TIC argentinas ante la nueva Ley

Ahora bien, el desarrollo tecnológico y las TIC no viven en su propia burbuja, sino que conviven con la realidad actual, como la situación macroeconómica del país y esto exige  tomar decisiones para que el futuro sea más estable para todos.

La recientemente promulgada ley n° 27.570, para quienes desde el primer momento asesoramos sobre TIC, y tenemos la experiencia de 15 años de Ley del Software –antecesora de este nuevo régimen de promoción- entendemos que esta nueva Ley no se traduce en verdaderos incentivos para los emprendedores, ni atiende los obstáculos que estos tienen día a día para seguir adelante con sus negocios de manera rentable.

Claro que es positivo haber salido del limbo de casi 11 meses sin una Ley y contar ahora, al menos, con un marco normativo, pero no debería tratarse sólo de que “es mejor tener algunos beneficios que ninguno”. El primer cuestionamiento pasa por haber cambiado la estabilidad fiscal establecida anteriormente, por una estabilidad de beneficios..

La Ley desconoce la verdadera realidad de los emprendimientos de tecnología, relata situaciones que no contemplan que en los primeros años de las micropymes no habrá dividendos a repartir ni empleados en relación de dependencia; legislarles sobre Ganancias y contribuciones patronales no será un incentivo real. Además, por su vulnerabilidad, dependen de su relación con otros colegas, de ahí que los Polos TIC del interior del país mayoritariamente estén integrados por este perfil de emprendimientos, por cierto muy creativos todos.

Las Pymes usan y necesitan que las grandes empresas, con mayor capacidad de inversión, tomen la delantera, pues alrededor de cada empresa tecnológica grande hay un enorme ecosistema de partners, proveedores pequeños y medianos, que dan empleo, todos ellos emprendedores. En consecuencia, una concepción equivocada acerca de los beneficios y de quienes los aprovechan, los ha hecho legislar perdiendo el foco del conjunto

El futuro

Para concluir, el balance de los cambios introducidos en la reforma comparados a la ley original es en general desalentador para todo el sector TIC. Hay muchos puntos importantes para revisar, en pos a intentar reconstituir incentivos dentro de las posibilidades legales, para todos por igual. Las autoridades no deben perder de vista y sin ideologías mediante, que el punto más crítico de la economía del conocimiento radica en la real capacidad competitiva del país de cara a un mercado global que a pesar de estar lleno de oportunidades; no espera.

Soy optimista en cuanto a que los próximos años van a ser por demás importantes para nuestro país. Creatividad sobra, inquietud y pasión por lo que se hace también