La nube y el sector financiero

Por Pablo Vittori,
SVP Regional de Cloud y Servicios Profesionales de BGH Tech Partner

Pablo Vittori - BGH
Pablo Vittori – BGH

La pandemia trajo una gran cantidad de cambios en la forma de interactuar con clientes y socios, acelerando los procesos de transformación digital en las instituciones financieras del mundo. La lógica tradicional en materia de adopción de tecnología se invirtió: ya no es la tecnología la que debe adaptarse a las regulaciones de los organismos de contralor del sector financiero, sino al revés.

En otras palabras, el statu quo imperante antes de la pandemia generaba una cierta lentitud para implementar procesos de transformación digital en el sector financiero, y esto cambió a partir del contexto actual.

Antes de seguir, es importante recordar la distinción entre nubes públicas y privadas. En pocas palabras, una nube privada es un servicio entregado por la web, que no se comparte con ninguna otra organización. Una nube pública comparte servicios de computación entre diferentes clientes, a pesar de que los datos y las aplicaciones de cada uno permanecen ocultos de otros clientes de la nube.

Entre los sectores demandantes de tecnología, el de las fintech es uno de los que más capturó la atención en los últimos años, debido a su agilidad y velocidad para implementar nuevas tecnologías de manera innovadora, e incluyendo la nube. Mientras eso ocurría, la mayoría de los bancos trazaban una línea en la arena sobre el uso de la nube pública para el procesamiento o almacenamiento de datos de clientes. Aunque algunos de los bancos más grandes del mundo -como Bank of America- desarrollaron acuerdos de nube privada, la resistencia al uso de la nube pública se mantuvo.

Sin embargo, en los años recientes esa línea se ha cruzado, y este cruce es aún mucho más pronunciado a partir del Covid-19.

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Escenario actual y desafíos

Ahora son cada vez más los bancos que ejecutan las mismas estrategias que las fintechs. Así, adoptan la nube pública de diversos proveedores, los cuales realizaron las validaciones regulatorias necesarias para cumplir con todos los requerimientos de privacidad y seguridad de la información exigidos en cada mercado. En Argentina, por ejemplo, recientemente el BCRA habilitó el uso de nubes públicas para estos fines.

En ese marco, diversas instituciones financieras han reconocido el potencial de trabajar con alguno de los principales proveedores de servicios en la nube -Amazon Web Services, Microsoft Azure y Google Cloud-, particularmente para el análisis de datos y para aplicaciones de inteligencia artificial. Esos proveedores de nube pública ofrecen la enorme capacidad que resulta necesaria para manejar la -también enorme- cantidad de datos que se analizan y almacenan en la era de la banca digital y el comercio electrónico en la que nos encontramos.

Por qué adoptar la nube pública?

Hay dos factores que llevaron a los proveedores de servicios bancarios más tradicionales a considerar la adopción de la tecnología de nube pública:

  • Compresión continua de márgenes, que pone énfasis en la reducción de costos.
  • La necesidad de innovar más rápido: en este aspecto, el uso de la nube pública puede reducir los costos de TI, tanto en términos de hardware y administración de TI/Operaciones,  como de personal.

Pero además de la rentabilidad, existen otros cuatro beneficios para los bancos que utilizan la nube pública:

  • La capacidad de escalar fácilmente y sin límite, tanto hacia arriba como hacia abajo, en tiempo real.
  • El aprovechamiento de la gran inversión de los proveedores de la nube en sus paquetes tecnológicos, que es mucho mayor de lo que cualquier institución bancaria podría igualar por sí sola.
  • Una mayor proximidad del centro de datos a la institución, mejorando la eficiencia y el rendimiento con latencia disminuida.
  • Mayor redundancia debido a múltiples centros de datos y servidores interconectados.

Sistemáticamente, hemos escuchado a jefes de producto de diversos bancos referferise a la importancia de este tema. Señalan, por ejemplo, que los Millennials -que serán sus clientes durante los próximos 40 años- esperan cierto tipo y calidad de servicios de un banco. Si no pueden obtenerlos, irán a buscarlos a otro lugar, y lo harán casi automáticamente. La instantaneidad que ellos requieren es la misma de la que se valen para buscar mejores alternativas en calidad de servicio.

Naturalmente, esto tiene un correlato ineludible sobre la infrastructura de sistemas. En ese sentido, el uso de la nube pública permite a cualquier banco tener un tiempo de comercialización de nuevos productos mucho más rápido, junto con la flexibilidad necesaria para satisfacer las necesidades de infraestructura que se presentarán dentro de –por ejemplo- cinco años, y que el banco no puede anticipar en la actualidad.

El new normal

Basta hacer memoria para recordar cuál era la oferta de servicios de home banking hace cinco años. Nadie hubiera soñado con que hoy tuviéramos las posibilidades de que da nuestro celular. Esto quiere decir que -muy probablemente- las inversiones en infraestructura de TI que esos bancos realizaron en ese momento, hoy se encuentran totalmente obsoletas, por no poder hacer frente a la evolucción ocurrida y al nivel de demanda del mercado y del cliente actual, que nadie pudo prever.

Aquí radica también otra de las principales ventajas de la nube pública: la transformación de una considerable inversión (que además resulta difícil de planificar), en un mero gasto corriente. Agilidad y resiliencia hoy van de la mano en todos los aspectos que hacen a la vida comercial. La posibilidad de implementar rápidamente nuevos servicios es una de las principales necesidades que nos trajo el impacto del Covid-19 en la industria financiera y que -seguramente- se transformará en algo habitual. En ese contexto, las soluciones apoyadas por la nube pasarán a ser parte del new normal para todos quienes trabajamos en los departamentos de TI de organizaciones públicas y privadas.