El camino siempre es la educación

Por Ernesto Liceda,
profesor de Derecho Informático y Delitos Informáticos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP

Ernesto Liceda
Ernesto Liceda

Así como la tipificación del homicidio desde la aparición del Código Penal no ha evitado que los mismos se sigan cometiendo, la sanción del art. 131 del CP (de muy controvertible redacción) no evita que la seducción de niñas, niños y adolescentes con la finalidad de cometer un delito contra su integridad sexual por medios digitales siga existiendo.

La forma de prevenir estos delitos no viene de la mano de una tipificación legal sino de la prevención por medio de la educación de las niñas, niños y adolescentes, así como de la toma de conciencia de los adultos. Es imperativo que se desarrolle la educación digital en las escuelas y colegios y se incluya en la ley de educación sexual integral. Cuando hablo de educación digital no me refiero sólo al manejo de los dispositivos y del software, sino a todo lo que implica vivir en la sociedad red.

En otras palabras, educar sólo en el uso de las herramientas sin tener en cuenta la educación en la protección de la dignidad (entendida conforme a lo establecido en el Código Civil y Comercial), la empatía con el otro, las repercusiones de las acciones que se llevan adelante por medio de dichas herramientas y demás cuestiones, es plantear una educación que será útil en la medida que la tecnología en la que se capacitó siga existiendo.

Actualmente (y desde hace unos años ya) la educación e información sobre estos temas ha recaído en las ONG, lo que genera serias desigualdades entre los más pequeños de nuestra sociedad. Ello puesto que tanto como existen ONG que trabajan muy bien el tema, también existen de las otras, en definitiva, dependerá de la suerte de los estudiantes la que les toque en su escuela. Ello si es que alguna ONG fue convocada (y tuvo interés) en trabajar en determinada institución educativa.

Es claro que todo lo que se haga debería estar acompañado por capacitación y políticas de concientización por fuera de las instituciones educativas, para poder alcanzar a aquellos que actual y lamentablemente, han sido excluidos de dichas instituciones. Así como también a aquellos padres, madres y tutores que no pueden o quieren participar activamente en las actividades desarrolladas en las escuelas. No es posible terminar con el mal llamado grooming (anglicismo que poco tiene que ver con nuestro lenguaje) sólo desde el derecho penal, no importa la gravedad de las penas. La solución sólo vendrá desde un trabajo transdisciplinario que ponga en el centro a los niños, niñas y adolescentes. No desde el temor (lo del hombre de la bolsa hace mucho que no funciona) sino desde el conocimiento.