8M y tecnología: el feminismo será digital o no será

El 8 de marzo es el día internacional de la mujer. Se conmemora la lucha de la mujer por su participación en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona, en un contexto de igualdad con el hombre.

Cuando decimos “participación en la sociedad”, por supuesto que estamos incluyendo la sociedad digital.

Como profesional de las TICs he recorrido el ámbito académico, el público y el privado. Experimento una gran satisfacción al ver que cada vez más mujeres tienen un rol activo en lo ejecutivo, definiendo políticas y estrategias, guiando lo operativo, configurando un servidor o soldando una placa.

En mi primera columna en Neurona, cuando me referí a la necesidad de promover la elección de carreras de informática por parte de las mujeres, comenté que, en el 2019, la cantidad de mujeres inscriptas en las carreras de la Facultad de Informática de la UNLP fue del 18% sobre el total. En 2020, ese número bajó a 15%.

Pero promover que haya más mujeres profesionales en las TICs o destacar su presencia cada vez más numerosa en el plano de las decisiones es sólo una parte de este cambio.

Muchos colectivos de mujeres relacionadas con la tecnología se movilizan para romper con los estereotipos y construir un espacio sin discriminación, inclusivo. Entre ellas la Fundación Activismo Digital Feminista, que aboga por el involucramiento, la libertad de expresión, la apropiación de los medios digitales y la reducción de la brecha, entre otras temáticas.

Las mujeres son víctimas de la violencia digital, porque los comportamientos y conductas del mundo físico se trasladan al mundo digital. Discriminación, acoso, grooming, constituyen el lado oscuro de Internet para las mujeres.

Hay mucho por hacer. Empecemos por no colaborar en la viralización de situaciones que ponen a la mujer en el lugar del ridículo y subestimación. Evaluemos capacidades y habilidades en forma ciega, sin conocer el género de quienes participan. Esforcémonos en cambiar el microcódigo interno que define que determinados perfiles o cargos son para mujeres o varones. Desmontemos las piezas y armemos una nueva imagen, quizás menos prolija, donde puedan participar todas las personas.

por Lía Molinari
Profesora Titular – Facultad de Informática – Universidad Nacional de La Plata