¿Cómo y por qué transformar a las ciudades en “inteligentes”?

4 x 3: 4 aristas esenciales de Smart City, a la luz de 3 especialistas

Las ciudades son complejos sistemas que generan grandes cantidades de datos en tiempo real. Y de acuerdo a la opinión de numerosos especialistas, su uso inteligente de la mano de las TIC puede ayudar a los gobiernos a enfrentar los retos presentes y futuros.

Interesados por esta realidad que se consolida en Argentina y el mundo, desde Neurona BA consultamos a tres reconocidos especialistas en Smart Cities para que compartan sus miradas sobre las causas y las consecuencias que suponen tomar la decisión de invertir en ciudades inteligentes,  y sus ventajas y desventajas para enfrentar escenarios inesperados, como la reciente pandemia que vive el mundo. También se trata de analizar los tiempos y recursos necesarios para iniciar el camino hacia una Smart city, y evaluar si es mito o realidad que los presupuestos locales impiden a los gobernantes afrontar el desafío de transformar sus ciudades en inteligentes, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

En el proceso de elucidación que proponemos, para aprovechar el potencial de la tecnología en ser eficientes, estimular la innovación local y avanzar hacia nuevas formas de gobierno, nos acompañan Javier Gutiérrez (JV), Especialista en Ciudades Inteligentes, en gestión de proyectos y consultoría en los sectores público y privado; actualmente trabaja como Director de Producto de la línea de Smart Cities en Cegeka, empresa tecnológica belga. También participan Manu Díaz (MD), Consultor Smart Cities & GIS Analyst Área de estrategia, territorio y tecnología; y Eduardo J. Salonia (ES), Director de la Diplomatura Smart Cities, Universidad Blas Pascal y Presidente de TIC Argentina Asociación Civil.

¿Por qué invertir en una Smart City y qué consecuencias trae hacerlo?

El primer paso de una acción es pensarla, evaluarla y luego llevarla a la práctica, ¿pero por qué?. En este sentido, Salonia sostiene que “las Smart Cities ya no son una opción, como hace años, sino una necesidad que exigen los nativos digitales”. Gutiérrez indica, además, que “es una gran oportunidad para que las administraciones mejoren la prestación de servicios, competitividad, eficiencia de sus operaciones y la toma de decisiones, que impactan positivamente en la vida de millones de ciudadanos”. Y Díaz agrega que “a partir del Covid-19, aún aquellos gobernantes que no consideraban imprescindibles la transformación digital, han cambiado de parecer, e inclusive, la ONU, la OMS y múltiples organismos internacionales están apostando por reforzar las estrategias de Smart City”.

Acerca de las consecuencias que acarrea la elección, los tres especialistas coinciden en afirmar que resultan en mejoras para los ciudadanos. Y señalan que “maximizan las oportunidades económicas de los ciudadanos y reducen el impacto medioambiental” (JV); “aumentan la popularidad de los representantes políticos, que muestran un gobierno transparente y sustentable” (ES); y “ofrecen una enorme cantidad de datos a los gobernantes, que tienen un valor excepcional para tomar las decisiones más acertadas” (MD).

Ventajas y desventajas de ser una Smart City ante el COVID-19

Para Díaz “las ventajas de contar con una ciudad inteligente en el contexto actual es que el “esqueleto urbano digital” ya está desarrollado, y facilita crear modelos y patrones capaces de medir el distanciamiento social y verificar si se cumple o no la normativa y protocolo a seguir”. Por su parte, Gutiérrez sostiene también que “las Smart Cities han sido las que mejor han respondido y se han adaptado a las condiciones de la pandemia, y existen varios ejemplos”. Salonia aporta, además, que “el confinamiento domiciliario ha permitido a los gobiernos, emprender proyectos de mejora en la comunidad, como la separación responsable de residuos y la capacitación en línea”. 

Y sobre las desventajas, los tres coinciden en que el costo económico es una de ellas. Y JG aporta que “otra desventaja, se enfoca en el manejo de datos privados, amparados en la cuestión de la seguridad sanitaria, que acarrea un riesgo de vulneración o mal uso en el futuro”. Por su parte, MD dice que “se suma como desventaja el rechazo social al control y seguimiento urbano; y también que aún hay baja capacitación y experiencia de los gestores públicos en ámbitos relacionados a las Smart City; location intelligence, Big Data, geoanalytics, AI, etc.”

Tiempo y recursos para arrancar desde cero un proyecto de Smart city

Si bien los entrevistados aseguran que “es difícil” establecer un tiempo mínimo de primeros resultados, JV considera que definir e implementar una estrategia Smart relativamente rápida y económica, puede llevar entre 6 meses y un año, dependiendo del grado de detalle, complejidad y tamaño de la ciudad. MD hace una salvedad similar, y ubica en 18 meses el plazo para ver los primeros resultados. Y ES agrega que en ese proceso es muy importante dar señales claras y rápidas de que el gobierno municipal está convencido del camino tomado.

Las fases que, a grandes rasgos, se tienen en cuenta en este proceso se vinculan con: Diagnosis y mapa de situación; Plan Estratégico Smart; Definición de Plan de Acción; y Ejecución y Seguimiento de la Estrategia.

Con respecto a la obtención de recursos, tanto humanos como económicos para dar esos primeros pasos, cada uno de los entrevistados explica la multiplicidad de actores que pueden intervenir (universidades, colegios profesionales, centros vecinales, empresas, consultores, etc.). Y mientras JG y ES señalan que “lo ideal es involucrar a la mayor cantidad de actores posible”, MD evalúa que si bien todos los actores son importantes, la opción más acertada es “recurrir a empresas formadas por consultores y tecnólogos con conocimientos técnicos, y expertise”.

¿Mito o realidad?

Ante la consulta de sies un mito que un municipio con un presupuesto ajustado no tiene posibilidades de arrancar con su proyecto de Smart City, tanto JV como ES evalúan que efectivamente lo es. “Realizar proyectos Smart requiere, sobre todo, de la convicción y disposición para poner a andar la iniciativa. Analizar y evaluar las capacidades y recursos actuales, para luego planificar, desarrollar e innovar con lo que se tiene. A través de colaboraciones público-privadas y de entidades de desarrollo y cooperación internacional, se pueden encontrar fuentes de recursos dispuestas a auspiciar estas iniciativas” (JG). En tanto, MD plantea que “nada es imposible, hay múltiples formas de colaboración. Sin embargo, se debe tener en cuenta que, por mínimo que sea, en toda transformación digital hay una inversión económica vinculada.”